domingo, 10 de julio de 2011

Cuando besas la lija

Siempre he querido escribir cuando el alcohol supera en sangre la cantidad de fluidos que apuñalan mis venas. Y ahora, que puedo poner como estúpida excusa el diámetro de la copa que he utilizado para beberme el corazón, aprovecho y escupo lo que no entiendo.

Que no comprendo porque desapareces tan pronto, dejando en nada el envoltorio del regalo que ansío, qué percibo la sensación de que esta exquisitez camuflada en borrachera no desaparecerá hasta que cierre los ojos y el mundo dé vueltas una vez más.

Que me tiro en una cama que no acaba de pertenecerme, me camuflo en unas sabanas que me ahogan y pongo por bandera el mundo que decido comerme trago a trago.

No estás, no intentes que pretenda utilizarte como primer plato, si de tu esencia solo queda una estela tan efímera como el incienso que decidí encender para conquistarte.

Aprovecho que la noche está a punto de morir para declararme a las estrellas y confirmar que no pienso pertenecer a nadie para que todo me pertenezca, confiando en que pronto ellas morirán junto a mis falsas promesas.

Prefiero, hoy por hoy, noche tras noche, quedarme con el olor del sexo divorciado del corazón, el que no duele, el que no envejece, el que no acaricia con cariño, el que no convierte en piel lo que tanto esfuerzo me constó teñir de cemento.

Hoy por mañana, te engaño y me fumo la noche a tus espaldas, te soy sincero y te digo que estoy dispuesto a venderte mi alma a cambio de tu eterna presencia en mi cama.

Pero sincerémonos y volvámonos serios por un pequeño momento de cordura, nuestra existencia envueltos en resina es tan dañina como el humo que esta noche sale de mis entrañas. Que en mi mundo, nunca existió la parte en la que espero sediento a que sucedan las cosas, que mis brazos no se cruzan, que mi tiempo no se detiene, que si no estás, yo me escapo por la primera puerta que encuentro.

Me fabricaron para dibujar la realidad que inhalo, me condenaron con un sentimiento más pesado que los huesos que, incrédula de ti, creíste débiles en su totalidad.

Nunca entendiste que en esta dramática historia, a ojos del aire que respiro, tú eres la que no quieres ver lo que ves.

Me trago, me parto, me adhiero a mi conformidad, me crezco y exploto.

2 comentarios: