sábado, 25 de diciembre de 2010

Caída al cielo

Esta es la historia de un cubito que tocó el cielo.

La noche lo había situado fuera de su entorno, fuera de lugar. Cuando quiso darse cuenta, estaba rodando empujado por la corriente, inmerso en un río de alcohol.

Pudo plantearse salir de allí, pero no quiso, era lo más divertido que había hecho en mucho tiempo.

Los zapatos del cubito estaban mojados y no le importaba, se dio cuenta de que lo tangible había dejado de tener importancia y las sensaciones se habían apoderado de él. No comprendía, al fin y al cabo solo era un cubito, y estaba sintiendo. No quería salir de allí.

Y la corriente fue arrastrándolo poco a poco hacia el final. El buitre musical que sobrevolaba la zona pudo contemplar como quedaban pocos segundos para que el abismo en forma de cascada se hiciese realidad.

Y sucedió.

Lo que quedaba de hielo cayó y el tiempo se detuvo. La cascada, en vez de hacerle sentir que bajaba a los infiernos, lo transportó hacia un cielo que pensaba que nunca tocaría. Todo lo que quedaba de él se derritió, su racionalidad se deshizo pasando a una etapa emocional que le superaba. El tumulto de piedras, peces y humo que le acompañaban durante esa caída al cielo, hicieron de ese momento un cuadro para la eternidad.

Y la ley de la naturaleza, perversa en tu totalidad, hizo que no pudiese volver a subir el rio para volver a caer. Seguía sin importarle. El mar estaba cerca y pronto llegaría su final. Había tocado el más alto de los cielos y no cambiaría por nada el hecho de haberse deshecho, no cambiará nunca el instante efímero en que se consumió.

Hace décadas, la publicidad racional pasó a ser emocional, obligándonos a rescatar nuestro corazón para escribir con él, obligándonos a hablar de cubitos sumergidos en alcohol, obligándonos a vivir.

Gracias Publicidad, por todo.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

La lotería del publicista

No, yo no quiero que me toque la lotería.

¿Qué es lo que le pasa a una persona cuando le toca el premio gordo?

Puede pagar la hipoteca, comprarse el coche de sus sueños, regalarle el collar más caro a su mujer, dejar de preocuparse y dejar de soñar.

Un momento…

¿…Dejar de soñar?

Que me arranquen la piel a tiras, que entierren mis ojos en hormigón, pero que no me quiten los sueños.

Tengo alma de publicista, ese es mi mayor tesoro y no lo cambio ni por todo el oro del mundo. Porque cuando nos regalan los sueños en un abrir y cerrar de ojos, perdemos la ilusión, la cual se ha convertido desde que nacimos en el motor de nuestra vida. El mundo debería entender que el mayor premio se consigue luchando, que la gloria no sabe a gloria si no ha habido sacrificio. Que nosotros, los publicistas, no hemos nacido para que nos regalen las cosas, sería demasiado fácil y no es ese nuestro camino.

Mi único deseo es que el azar nunca llegue a arrebatarme todo aquello que ansío regalándomelo, convirtiéndome así en la más vulgar de las personas.

Yo ya tengo todos los días mi propia lotería, la de ser publicista, la de tener la suerte de no tener nada para alimentarme del deseo de tenerlo todo.

Sonrío todos los días cuando me levanto, y cuando me acuesto.

¿Qué más se puede pedir?

jueves, 9 de diciembre de 2010

El precio del poder


Se está acabando el año, lo sabemos y no nos importa. Tenemos algo más importante en lo que pensar ahora. Algo que nos impide descansar, algo que nos hace cuestionar nuestra existencia y nuestra condición de publicistas.

Sí, estamos tan cansados que el sueño se ha convertido en algo tan común como respirar.
Todo el dinero gastado en cafés se lo han cobrado las ojeras, que miran hacía unos ojos que parpadean al compás del aumento de las dioptrías, haciendo peligrar la integridad de lo que vemos.
Todo lo que no sea una lectura aplicable a la publicidad y/o relaciones públicas ha dejado de ser una lectura de interés, ha dejado de ser interesante.
Ha subido el tabaco y fumamos más, porque ahora no nos importa, porque es una guerra que somos capaces de dejar para la semana que viene (y que no olvidamos).
Hemos perdido la tranquilidad y nos hemos olvidado de la paz.
El concepto del tiempo se mide en horas que puedes aplicar al estudio y lo que sobra, es tiempo que pierdas en estudiar de verdad.

Pero de golpe te paras y cierras los ojos, coges aire y ventilas por primera vez tu mente.

Es momento de pensar…

Y sin querer te sientes bien.

Porque te gusta, porque te gustas.

Cada vez que algo que parece que nos va a superar lo superamos, CRECEMOS. Cada vez que pensamos que no vamos a llegar y llegamos, CRECEMOS. Cada vez que convertimos en posible un imposible, CRECEMOS.

Recordemos porque estamos aquí y sintámonos orgullosos de que todo sea difícil, ya que la noche que lo celebremos, nos cobraremos el esfuerzo en magia.


Ánimo y recordemos;

Nuestro objetivo es aprobar y aprobar es lo que haremos.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Las mentiras de un publicista


Esta noche es diferente.

Voy a defender el honor de un publicista, su imagen y lo que representa en la sociedad.

Porque sí, formamos parte de esta mierda a la que todos llamamos sociedad, ¿y qué? Hasta el más antisocial pertenece a una rama de la sociedad. El problema emerge de la dificultad de reconocer y abrir los ojos del colectivo humano.

La causa del artículo de esta noche viene derivado de frases como “Los publicistas son unos mentirosos” o “Los publicistas nos han creado necesidades”. 

Me rio, y la única conclusión a la que llego, es que necesitáis echarle la culpa a alguien para no sentiros estafados por vuestra propia mentira. Me explico, el ser humano tiene cada vez más un recopilatorio de necesidades absurdas (lo sabemos todos), lo que parece no quedar tan claro es que éstas están alimentadas por un consumismo que NO hemos creado los publicistas.

Si existe una ley que nos impide mentir en la publicidad, debería existir otra ley contra los prejuicios sobre el publicista.
Que tengamos la capacidad de hacer una publicidad tan efectiva que te sientes abducido a comprar lo que vendemos no significa que el culpable de que compres seamos nosotros. NO SOMOS DIOSES.

Te has comprado un coche. ¿Porqué? ¿Porqué has visto un anuncio que te decía que necesitabas un coche?
- NO
Porque tenías la necesidad de sentirte libre, de no depender del transporte público, de parecerte al vecino que se acaba de comprar uno.
Te lo has comprado de la marca BMW ¿Porqué? ¿Porqué has visto un anuncio que te decía que te comprases un BMW?
- NO
Porque eres una persona a la que le gusta disfrutar de la conducción, que te gusta demostrar el ritmo de vida que llevas y encuentras en lo que representa la marca BMW todo lo que eres.

Es decir, no somos más que el guía que te aconseja sobre lo que más necesitas. Si no tuvieses necesidades, no te sentirías atraído por nuestra publicidad, porque no pertenecerías al target de nuestro anuncio y no comprarías el producto.

Acaso la publicidad de la DGT utilizada para evitar los accidentes de tráfico salieron antes de recibir datos catastróficos sobre muertos en la carretera?
Ya respondo yo; NO
Acaso inventamos el Tipp-Ex?
Vuelvo a responder yo; NO.
Hubo un estudio (que no hicimos nosotros) para evitar la cantidad de papel desperdiciado por culpa de los errores de escritura. Nosotros te dijimos que no hacía falta que volvieses a tirar cientos de hojas por un pequeño error, que a partir de ahora podías usar este producto. Y tú lo compraste, porque viste en él la solución a TUS necesidades de ahorrar tiempo y papel.
Repito, TUS NECESIDADES.

El publicista debería estar reconocido como lo que es. Y no como un farsante creador de necesidades y fabricante de ilusión. Ya tenemos un dios que no existe, no volvamos a inventar otra mentira.

Y no quiero terminar sin antes permitirme la licencia de robarle una frase a Roberto Iniesta:
      "Si te crees todas mis mentiras, que vacío debes estar".