miércoles, 21 de marzo de 2012

La beca del publicista


Entras con tus dos monedas, tu fortuna, tu último aliento materialista.

Te aferras a ellas como si de tus hijos se tratasen, al fin y al cabo, son tuyas y de nadie más, tú las has parido, te ha costado ganarlas, has sufrido por ellas y ahora vas a apostarlas.

Lamentas el hecho de tener que hacerlo, piensas que no es digno, que no es el método, pero no encuentras otra salida.

Te pedirías un combinado de tristeza y rabia para pasar el mal trago pero es extralimitarte en tus propias posibilidades económicas. Hace tanto tiempo que no te das un capricho que no te duele, ni lo sientes apenas.

Al pasar el detector de metales, un hombre te pregunta si por una moneda quieres adquirir un boleto, el cual lleva la llantera de un millón de monedas de premio.

Y no te lo piensas al negar con la cabeza tal oferta. No quieres tener más de lo que necesitas, no soportarías que tu riqueza llegase montada en el tortuoso carruaje del azar.

Solo quieres caminar sin tener que deber los pasos, elegir libremente la dirección sin preguntar el precio.

No quieres pagar por su sonrisa.

Te acercas a la mesa, apuestas tus dos billetes al negro y sale rojo.

Mañana seguirás caminando, puede que sin zapatos, puede que en otra dirección, puede que con una sonrisa pintada sin corazón.

Publicista, apuesta por el negro, no cambies la estadística ni escojas otro color. No mutiles al arte, no limites la creatividad, estarás apostando por el fracaso y no te lo podrás perdonar.

martes, 13 de marzo de 2012

La naranja de John


Bienvenidos a la teoría del fin.

A la explicación de todos los tabúes, al decepcionado entender, a la comprensión de la desgracia, a la cruda, triste y cansada realidad.

Esta es otra mentira acerca de la historia de John, el cual un día que buscaba desprenderse de todo se encontró con una extraña naranja. No se lo pensó y quiso exprimirla para beber de su zumo.

Quedó maravillado, nunca su paladar había degustado semejante placer.

Hay que remarcar que el esfuerzo por presionar el cítrico era extenuante, pero mientras este le regalase un poco de su placer merecía la pena, nunca antes le había importado tan poco el control absoluto de todo. El problema aparecía cuando de la presión de sus manos no aparecía nada.

Era entonces cuando miraba al cielo y entre gritos devoraba todo cuanto se le antojase, y se lamentaba mientras le decía al mundo que le dejase tranquilo, que no le apetecía ser publicista si detrás de su máscara no se escondía nada.

Nada.

Esfuerzo recompensado con nada provoca la construcción de la barricada que hoy día rodea todo corazón.

Publicistas que no creyeron en su obra, publicistas que pensaron que la siembra debía ser siempre sobre tierra fértil y publicistas que negaron su condición, iros a dormir que esta noche, esta noche sobran apariencias.

martes, 6 de marzo de 2012

Cuando cae la luna


Me aparto de ti, bajo la persiana hasta que no necesito fuerza para tirar del cordel, observo su bajada a trompicones, me siento de mala manera, no necesito estar cómodo esta noche, descorcho a navaja un vino barato y dejo que sea terrible su salpicadura.

El primer trago es profundo, el segundo llega al corazón, el tercero entrañas adentro y el cuarto se limita a sonreírme.

Ahora que no veo, ahora que no hipnotizas cualquier sentimiento absurdo capaz de descuidarse y dejarse atrapar en las redes de la inconsciencia, ahora y solo ahora es cuando puedo incorporarme e imaginar un momento de la noche en la que no deslumbres cada rincón de mi alma.

Y que extraño resulta observar como la ausencia de tu luz ilumina mi alrededor.

Me planto en mi propia oscuridad y enciendo cerillas por doquier. No hay peldaño de color negro que no pueda subir, no hay azulejo ni espejo que aterre o limite mis ganas de vivir.

Enciendo el televisor y finjo que adoro el primer anuncio que aparece, pierdo las ganas y me invento tres mil excusas más para perderme entre ellas y así no pensar.

Me asomo al pozo de los deseos y por primera vez no escribo con mentiras que no quiero ser publicista, por primera vez lo grito con verdades.

Luna, no debiste desaparecer, no cuando la noche acababa de empezar.