martes, 13 de marzo de 2012

La naranja de John


Bienvenidos a la teoría del fin.

A la explicación de todos los tabúes, al decepcionado entender, a la comprensión de la desgracia, a la cruda, triste y cansada realidad.

Esta es otra mentira acerca de la historia de John, el cual un día que buscaba desprenderse de todo se encontró con una extraña naranja. No se lo pensó y quiso exprimirla para beber de su zumo.

Quedó maravillado, nunca su paladar había degustado semejante placer.

Hay que remarcar que el esfuerzo por presionar el cítrico era extenuante, pero mientras este le regalase un poco de su placer merecía la pena, nunca antes le había importado tan poco el control absoluto de todo. El problema aparecía cuando de la presión de sus manos no aparecía nada.

Era entonces cuando miraba al cielo y entre gritos devoraba todo cuanto se le antojase, y se lamentaba mientras le decía al mundo que le dejase tranquilo, que no le apetecía ser publicista si detrás de su máscara no se escondía nada.

Nada.

Esfuerzo recompensado con nada provoca la construcción de la barricada que hoy día rodea todo corazón.

Publicistas que no creyeron en su obra, publicistas que pensaron que la siembra debía ser siempre sobre tierra fértil y publicistas que negaron su condición, iros a dormir que esta noche, esta noche sobran apariencias.

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