domingo, 13 de noviembre de 2011

Bucle de nubes


Ahora que he vencido, ahora que todo cuanto puede clasificarse como material es mío me siento en este incomodo sofá, con cuatro whiskeys de más, con cinco sentimientos deshaciendo la razón, incorporándome y escribiendo esta actualización.

Esta noche me han preguntado que qué pienso sobre las tres grandes preguntas de la historia “¿De dónde vengo, quién soy y a dónde voy?

Y yo, sin capacidad alguna de racionalidad, digo que únicamente me importa la última, sin tener en cuenta que la primera la tengo integrada entrañas adentro, la segunda es una eterna incomprensión y la tercera… la tercera la tengo tan presente desde hace tantos años que simplemente no soy capaz, ni irracionalmente de pasarla por alto.

Se ha demostrado que no soy el mejor, incluso después de ganar el bote a full con doble pareja de Ks en mano. A quedado constancia de mi incapacidad para dominar el mundo. No soy nadie, mi poder queda reducido a la sencillez de mis mentiras, las cuales únicamente son capaces de llevarme a ganar una absurda partida de póker.

Sin embargo, esta noche no queda en balde, esta noche me consagro como lo que no soy, clavo a puntillas el estandarte de mi esencia y la condeno a transmitir, de ahora en adelante, todo lo que puede asediar mi pequeña pero inmortal imaginación.

No te extrañes si me miras y no ves nada, no te inmutes si de golpe abres lo ojos y te encuentras en los míos, reflejada en tus miedos, alejada del gentío, dibujada en el frío de esta noche acalorada.

Que difícil resulta a veces, concienciarte de que te encanta la publicidad, mientras miras el reflejo del espejo y adoras lo que ves.

Incomprensión no respaldada por razón, lleva a desesperación.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Ladrillos de Babel


Imagino que todos, en mayor o menor medida, tenemos nuestra propia Torre de Babel.

El problema empieza cuando tus trabajadores se descontrolan y no encuentran la manera de parar.

Lo confieso, en mi torre no hay control y mis trabajadores, representantes de cada neurona que habita en mi cabeza, funcionan a base de latigazos. Ya no hay vuelta atrás, o se sube, o se sube.

Son tantos los bloques de hormigón que he construido que no tengo fuerzas para derrumbarlos. Es tal la magnitud de las vistas desde aquí arriba que no imagino volver a vivir a ras de suelo. Mi mente está rozando el cielo y pese a que la estructura de está maldita torre cada vez sea más delicada, no pienso volver a tocar el suelo.

Toda Torre de Babel se construye bajo un objetivo, los incrédulos quisieron conocer a Dios, y yo, más incrédulo aún, prefiero ser publicista. Y no habrá Dios que me amenace, que sea capaz de destruir estos cimientos, que tantos años me han costado imaginar.

Cada vez estoy más cerca de ti, Publicidad, mi Dios particular. Y cuando llegue el terrible día en que ponga mi último escalón, lo suba y te consiga, ese día empújame hacía el vacío, que quiero caer junto a todo mi sacrificio.

Y mientras me veas caer, quiero que no sufras mi querida publicidad, porque ese día no caerán lágrimas, nunca lo hicieron por ti.

Solo así podré vivir otra vida como la que estoy viviendo, volveré a abrirme paso entre mentes pensantes, esquematizando lo innecesario, dedicando trilogías a cada minucia que crea interesante y en definitiva, sintiéndome orgulloso de no ser publicista.

El agridulce placer del camino del publicista no se hace con los pies, sino con la imaginación.