martes, 10 de mayo de 2011

La cuenta del publicista

Entró y se detuvo, no había nadie, ya no quedaba nada de aquel lugar. Se acercó y se sentó en la barra, muy tranquilamente le dijo al camarero que había venido a que le cobrase todo lo que le debía.

Era demasiado, era imposible que el pobre hombre pudiese recordarlo todo.

El cliente empezó a desabrochar su negra camisa y afloró una obra de arte mezclada entre tatuajes y cicatrices.

“Tranquilo, me he ocupado de acordarme”

Quiero que me digas cuanto te debo por el alcohol que mi cuerpo ha rechazado, que me cobres los cristales que han destrozado la suela de mis zapatos. Quiero saber cuanto me va a costar la pintura con la que he forzado mi “que no pasa nada” durante todo este tiempo, y no te preocupes, que en esto te daré una buena propina, ha resultado ser más buena de lo que pensaba.

Me vas a cobrar también tu olor, y la esencia de este bar, y el recuerdo de la herida que me curaste, y el de la que no pudiste también.

Lo único que no me va a dar la gana de pagarte van a ser las noches a tu lado, se que de muchas no te acordarás, pero no me importa, de eso me llevo estas palabras, las cuales me han alimentado hasta el día de hoy, las cuales han dado forma a lo que soy.


¿Llevas la cuenta? No te veo apuntar nada…


"Lo siento, hay cosas que no tienen precio, que por mucho que quieras, no se pueden agradecer.

Hay cosas por las que únicamente se vive."

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