jueves, 18 de abril de 2013

Norte mío

Hace ya tanto tiempo que no escapo que empiezo a no recordarte con claridad. Sé que hubo un tiempo, un pequeño espacio situado entre la rutina de mis días, en el que pude desconectar de mí mismo.

Si sigue lloviendo de esta manera, temo que al volver no encuentre nada.

Queda ya muy lejos aquel lugar, aquel viaje en el que la noche no significaba el fin del día, sino el preludio de un mañana siempre libre. Queda todo demasiado borroso, y mientras tanto yo me pregunto ¿dónde estás, Norte mío, ahora que tanto te necesito?

Me diste la paz, el aliento, la sensación de que todo podía ir bien. Me mostraste las buenas costumbres, el placer que reside en la ausencia de la necesidad. Me pintaste de amarillo unas flechas que guiaban mis pasos cada vez más cansados y a su vez, cada vez más erguidos. Fuiste capaz de enseñarme a disfrutar de la nada, del sol, de la hierba y de la montaña en su totalidad. Me pude ver a través del reflejo de las aguas cristalinas de un embalse y comprenderme.

En definitiva, me limpiaste el alma.

Y yo, consecuente con la realidad que me envuelve, pude volver a la civilización, y pese al esfuerzo, me reinserté. Hasta entonces he hecho lo que tenía que hacer, lo que estaba estipulado bajo las leyes del buen ser humano. Incluso intento día tras día deshacerme de los vicios, aquellos que me permiten mantenerme a salvo de la imposibilidad de volver. Pero no es suficiente, no me sirve, no me siento recompensado si no te tengo, Norte mío.

Por las noches me pierdo entre tus parajes perdidos, entre tus lunas a quemarropa. No hay momento en que no piense en dejarlo todo y salir a dormir a la calle abrazado a mis pertenencias, a mis sueños cada vez más humanos, al disfrute de la contracción de mi diafragma cada vez que, relajado y tranquilo, me daba por respirar.

Contra más me alejo del recuerdo, más te necesito. Y contra más rebusco entre mis dedos, menos arena me queda.

No sufras mi Norte, pensaré en ti durante los silencios de cada madrugada, mientras el café se enfría, mientras maldigo no tener tu bosque salvaje en mi espalda. No mostraré necesidad, más sin embargo y durante cada minuto de los que me quedan, arderé en llamas sedientas de un poco de tu tranquilidad.

        Estoy perdiendo el norte y sé que para recuperarlo, 
                                                          tarde o temprano tendré que volver.

http://www.youtube.com/watch?v=VkqUsCel-Vs



2 comentarios:

  1. Si decides marchar y necesitas escapar, es que algo no va bien

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  2. Qué sabrás tú, mi querido y anónimo amigo, que sabrá nadie.

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