jueves, 22 de noviembre de 2012

Bituroute Negro


He crecido,
y a caladas reducido,
la palabra libertad.
Sin butaca, sin cristales,
sin señales de radar.

Yo respiro,
paz adentro,
ya no sueño ni despierto,
cabalgar entre dos tierras,
renunciar a lo que siento.

No me arrastro por el rastro que dejaste,
te marchaste.
Que en mi boca, si no miento,
desembocan solo vientos.

Que mis ojos han quemado,
lo que queda de este ser,
y mi alma, mal pintada,
ya solo piensa en beber.

En beber de tus ausencias,
de los miedos de tu esencia,
de la sangre que derramas,
por las ramas de tu voz.

De tu copa, triste copa,
mala representación,
la que finges cuando mientes,
cuando acaba la función.

Bituroute pal corazón,
más asfalto a las heridas,
y que arda mi pulmón,
entre niebla de mentiras.

Bituroute pal corazón,
que lo tengo en carne viva,
vuelve negro este colchón,
que toca otra despedida.

Me trago el agua del mar,
para rebozar en sal,
esta triste melodía.

Melodía de los horrores,
la de los 3000 borrones,
donde tú ya no me importas,
donde ya ni el aire cortas.

Donde el cielo que arrodilla,
no enmanilla ni mi voz,
donde subo tres peldaños,
y me siento como dios.

Que no valgo pa cantar,
y ni eso me va a importar,
porque yo soy quien se crea,
cuando sube la marea.

Y mi tiempo, cuenta atrás,
no sabrá que es descansar,
este hielo que me envuelve,
siempre supo cimentar.

Bituroute pal corazón,
más asfalto a las heridas,
y que arda mi pulmón,
entre niebla de mentiras.

Bituroute pal corazón,
que lo tengo en carne viva,
pinta negro este colchón,
que no quiero despedida.

A esculpir caparazón,
que esta noche es solo mía,
cruzar calles y caderas,
entre piernas que me guían,
camino la madrugada,
con el sol a puñaladas,
para así poder cantarte,
esta, tu última balada.

Y no sufras, vida mía,
no será cárcel mi día.

Con un guiño despedirme,
sonriente, siempre firme.

No necesito decirte,
que he perdido la razón,
dónde tú me conociste.

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