Dejadme que os cuente la historia de Verso el
Largo, el hombre que fue sentenciado a galeras por no saber pedir ayuda.
Era una fría noche de sábado. Nadie tenía sueño. Verso el Largo intentó hacerse dueño de su defensa, pues no confiaba en nadie para que le representase. En un intento a la desesperada, le pidió rápidamente al Tribunal que lo encarcelase en la más oscura de las celdas, más no sabía nadar y temía por su vida.
- No me pidas un par de bridas para sujetar tus
ahogos, pues no has sabido equilibrar tu alma. Ahora no me vengas con prisas,
me cansé de tu risa. Tu castigo por no querer pedir consuelo serán unos tablones
de plomo pesado. Navegarás hacia el olvido, cosido al mar entre ristres de azar.
- Bebiste de los problemas ajenos olvidando que en
tus venas se dibujaba un río, ardiente por dentro y por fuera muy frío,
equiparado únicamente al amanecer de la espada de Alatriste, blandiendo así el
caparazón de un triste, dormido y acorazado corazón.
- Te convertirás en una balsa de agujeros internos,
subiéndose en ella una tripulación de enfermos. Nunca te tendrán en cuenta pues tu sonrisa les tranquilizará.
- Sobrevivirás tapando los huecos que provocan tus
necesidades, “Necesito irme”, te dirás en silencio. Ya en la orilla, cuando
firme sea la tierra, tú dirás:
"Vuestra ayuda espero."
- Y te dejarán hundir cual colilla en cenicero.
Merecido castigo piensa este Tribunal, pues seguramente te muestres Crucero no siendo más que una moribunda barcaza. Debiste pedir factura o simplemente dar caza a unos
tripulantes que, egoístas y maleantes, no supieron ver el hecho de que te
ahogabas.
¡Oh Géricault!, quién pudiese resucitarte y pedirte
que representes esta balsa, que cobarde y sin nombre de Medusa, utiliza como excusa
a una sociedad que mata por pedir, que nunca supo dar, que no sabe ni sabrá
convertir en arte su carencia, ni abrir el telón de su esencia, ni poner
corazón para dos.
- No contemples pintar un desnudo si no le ofreces
amor. No quieras muelle ni calor donde amarrar este bote, pues mantenerse a
flote, por suerte o por desgracia, será ahora y siempre tu condición.
Si me hundo y no me encuentro, que enciendan la
luz, que viviré en el inframundo y pagaré con mi cruz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario