Definamos pues, la recreación del momento.
Eran las 23:24 horas de un viernes noche, los
planes se habían torcido y el cielo acababa de abrir sus piernas, perdón.
Puertas.
Como buen anfitrión, le hizo una reverencia de lo
más cortés, pues la educación de un señor no debe perderse ni ante la muerte.
Quiso, más sin suerte, evadir un desliz de cordura, quedarse en casa y
descansar.
Su única opción era la luna, su cuna, su paz. Salió
en su búsqueda desnudo, ya que su armadura, por error, estaba en la tintorería.
Sin ropa, más con sombrero de copa, arrancó a correr.
Se bebió la noche sin querer, y el mar, y las aguas
residuales de su masa cerebral. Quiso ser dueño del verbo, siervo del compás,
un estúpido individuo impreso a modo de postal. No entendió que no era inglés,
ni educado al comprobar, que su lengua era más libre que el barrote de un corral.
Cinco, seis o siete horas después, creo que puede
descansar, no hay gallinas, ni sombreros, ni ganas de desayunar. ¿Consiguió
nuestro hombre de hierro, sin más, camuflar el perfume de la realidad?
*Boss Bottled Night
Para hombres que no entienden la noche, ni lo pretenden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario